Samsung: De la revolución del agujero en pantalla a la encrucijada del Galaxy S25 FE

El legado del cambio: cuando el Galaxy S10 rompió moldes

Hace unos años, la industria de los smartphones vivía obsesionada con el “notch” o muesca en la pantalla, pero Samsung decidió tomar un camino distinto con una de sus apuestas más arriesgadas y comentadas: la serie Galaxy S10. Se rumoreó muchísimo en aquel entonces, y la compañía surcoreana cumplió al evitar que la muesca invadiera sus buques insignia. En su lugar, optaron por una solución que definiría una era: el agujero en pantalla, tal como se vio tímidamente en el A8s, pero perfeccionado para la gama alta.

Aquella presentación nos trajo no solo uno, sino cuatro modelos. A los esperados Galaxy S10 y S10+, sucesores naturales de la línea S9, se sumaron un hermano menor, el S10e, y una bestia preparada para el futuro, el S10 5G. Fue un movimiento estratégico para cubrir todas las bases del mercado. Además, para quienes buscaban lo máximo en especificaciones, introdujeron una edición especial en cerámica que ofrecía hasta 1 TB de almacenamiento, una cifra que en ese momento parecía una locura para un celular.

Innovación técnica y diseño que marcaron pauta

El diseño de estos dispositivos trajo cambios significativos respecto al Note 9 y al S9. Las cámaras traseras pasaron a una disposición horizontal, eliminando el lector de huellas de la parte posterior para integrarlo directamente en la pantalla con tecnología ultrasónica, algo que hoy vemos como estándar pero que fue una gran “feature” en su día. El frontal, con sus curvaturas características y la combinación de metal y cristal, estrenó la nomenclatura Dynamic AMOLED. Estas pantallas no solo fueron las primeras en recibir certificación HDR10+, sino que ofrecían una resolución WQHD+, superando a sus predecesores.

Con tamaños de 6.1 y 6.4 pulgadas respectivamente, el S10 y el S10+ lograron un frontal casi simétrico gracias a la perforación para las cámaras. El modelo Plus, en particular, destacaba por tener doble lente frontal, lo que requería un agujero un poco más ancho tipo píldora. En el interior, estos equipos corrían con procesadores de ocho núcleos y 8 GB de RAM como base, aunque la versión de cerámica subía la apuesta a 12 GB de RAM, cifras que garantizaban un rendimiento fluido. La batería también vio mejoras, con 3,400 mAh y 4,100 mAh respectivamente, soportando carga inalámbrica inversa, permitiendo cargar otros dispositivos simplemente colocándolos sobre el teléfono.

El presente: La propuesta del Galaxy S25 FE

Saltando a la actualidad, la estrategia de Samsung con su línea “Fan Edition” (FE) busca ofrecer esa experiencia premium a un precio más accesible, y el Galaxy S25 FE es el último intento de lograr este equilibrio. A primera vista, el teléfono cumple su promesa: luce idéntico al costoso Galaxy S25 Plus. Sin embargo, al usarlo, se nota que no tiene el mismo “snap” o velocidad de respuesta que sus hermanos mayores.

El objetivo del S25 FE es claro: ser una versión económica del flagship. En muchos aspectos, Samsung entrega lo prometido. Tenemos una pantalla excelente, actualizaciones de seguridad garantizadas por siete años y una duración de batería sólida, con velocidades de carga idénticas a la gama alta. Incluso dos de las tres cámaras son las mismas. Pero aquí es donde empiezan los compromisos. La reducción de la memoria RAM a 8 GB y, lo más crítico, el cambio al procesador Exynos 2400 del año pasado, resultan en un rendimiento que deja qué desear si lo comparamos directamente con el S25 regular.

Cámaras y competencia feroz

Aunque la configuración de cámara es decente para el uso diario, carece de la finesa y el detalle fino que uno espera de un teléfono que ronda este precio. Las fotos son buenas, sí, pero no espectaculares. Además, el procesador Exynos se siente como un “downgrade” considerable. Esto pone al S25 FE en una posición difícil, especialmente porque el Galaxy S25 Plus a menudo se encuentra con descuentos que lo acercan peligrosamente al precio del FE, haciendo que la versión económica pierda sentido.

El mayor desafío para este dispositivo es la competencia en el mercado global. En Estados Unidos, con un precio inicial de $649 (por la versión de 128 GB), es una recomendación razonable, aunque el OnePlus 13R le pisa los talones como una alternativa digna. Sin embargo, en mercados como el Reino Unido, la recomendación se vuelve mucho más complicada. Rivales como el Honor 400 Pro o el Poco F7 Ultra ofrecen chips más potentes, mejores cámaras y cargas más rápidas por el mismo rango de precio.

Veredicto final sobre la estrategia actual

El Galaxy S25 FE es un teléfono perfectamente funcional que mantendrá a la mayoría de los usuarios contentos, pero sufre de una crisis de identidad al no destacar en ninguna área particular. Es una experiencia sólida pero poco memorable. Si bien los precios de lanzamiento son competitivos y Samsung ofrece incentivos como relojes o audífonos gratis en ciertas regiones, el costo aumenta rápidamente si quieres más almacenamiento; el modelo de 256 GB cuesta $50 extra y el de 512 GB sube $100 más, colocándolo en un territorio de precio donde existen verdaderos flagships sin recortes.

En resumen, mientras que el S10 representó en su momento un salto audaz hacia adelante con nuevas tecnologías de pantalla y diseño, el S25 FE se siente como un producto de contención. Ofrece un valor considerable para la audiencia en Estados Unidos y llena un hueco en el mercado, pero Samsung podría esforzarse más para entregar una experiencia verdaderamente competitiva que no se sienta simplemente como una versión diluida de sus mejores teléfonos. Solo deberías comprarlo si la diferencia de precio con el S25 Plus es realmente significativa.